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martes, 10 de julio de 2012

La vida, el universo y todo lo demás


Es un error creer que cualquier problema importante puede solucionarse con ayuda de unas patatas.

Por ejemplo, una vez hubo una raza locamente agresiva llamada Monomaníacos Blindados Silásticos de Striterax. Ese era solamente el nombre de su raza. Su ejército se llamaba de un modo enteramente horripilante. Por suerte vivieron en una etapa primitíva de la historia de la Galaxia, anterior a las que hemos encontrado hasta el momento, hace veinte billones de años, cuando la Galaxia era joven y fresca y toda idea por la que mereciera la pena luchar era nueva.

Para la lucha era para lo que mejor servían los Monomaníacos Blindados Silásticos de Striterax, y como se les daba bien, lo hacían a menudo. Combatían también contra sus enemigos (es decir, contra todo el mundo) y también entre sí. Su planeta era un desastre absoluto. La superficie estaba llena de ciudades abandonadas, cercadas por inservibles máquinas de guerra que a su vez estaban rodeadas de hondas trincheras en las que vivían los Monomaniacos Blindados Silásticos peleándose entre sí.

La mejor manera de entablar pelea con un Monomaníaco Blindado Silástico de Striterax era haber nacido. No les gustaba, se ofendían. Y cuando un Monomaníaco Blindado Silástico se enfadaba, alguien pagaba el pato. Cabría pensar que se trataba de un estilo de vida agotador, pero parecían poseer una enorme cantidad de energía.

El mejor medio de tratar con un Monomaníaco Blindado Silástico era dejarle solo en una habitación, pues tarde o temprano empezaba a golpearse a sí mismo.

Al fin comprendieron que aquello era algo que debían evitar, y dictaron una ley en la que se decretaba que todo aquel que utilizara armas en razón de su trabajo silástico normal (policías, guardias de seguridad, maestros de enseñanza primaria, etc.) debía pasar al menos cuarenta y cinco minutos diarios dando puñetazos a un saco de patatas para descargar la agresividad excedente.

Durante una temporada aquello dio buen resultado, hasta que a alguien se le ocurrió que sería mucho más eficaz y se desperdiciaría menos tiempo si, en vez de dar golpes a las patatas, se disparaba contra ellas.

Ello condujo a una renovación del entusiasmo por disparar contra toda clase de cosas, y todo el mundo estuvo muy excitado durante semanas ante la perspectiva de su primera guerra importante.

Otro logro de los Monomaníacos Blindados Silásticos de Striterax es que fueron la primera raza que consiguió sobresaltar a un ordenador.

Se trataba de un ordenador gigantesco, creado en el espacio, que se llamaba Hactar y que incluso en nuestros días se recuerda como uno de los más eficaces que se hayan construido jamás. Fue el primero en construirse como un cerebro natural, pues en él cada partícula celular albergaba en su interior la configuración del todo, cosa que le permitía pensar de manera más flexible e imaginativa y que, al parecer, también le puso en condiciones de sobresaltarse.

Los Monomaníacos Blindados Silásticos de Striterax libraban una de sus continuas guerras con los Tenaces Garguerreros de Stug, y no disfrutaban tanto de ella como de costumbre porque debían efectuar una enorme cantidad de recorridos fatigosos por los Pantanos de Radiación de Cwulzenda y por las Montañas de Fuego de Frazfraga, y no se encontraban cómodos en ninguno de ambos terrenos.

De manera que, cuando los Estrangulones Estiletantes de Jajazikstak se sumaron al conflicto obligándoles a luchar en otro frente, en las Cuevas Gamma de Carfrax y en las Tormentas de Hielo de Varlengooten, decidieron que ya estaba bien y ordenaron a Hactar que les proyectara un Arma Definitiva. Final.

-¿Qué queréis decir con Final? -preguntó Hactar.

-Consulta un puñetero diccionario -contestaron los Monomaníacos Blindados Silásticos de Striterax, precipitándose de nuevo al combate.

De modo que Hactar proyectó un Arma Final.

Era una bomba muy pequeña; se trataba simplemente de una caja de empalme situada en el hiperespacio que, una vez activada, conectaba simultáneamente los corazones de todos los soles importantes para de ese modo convertir el Universo entero en una gigantesca supernova hiperespacial.

Cuando los Monomaníacos Blindados Silásticos intentaron utilizarla para volar un polvorín que los Estrangulones Estiletantes tenían en una de las Cuevas Gamma, se enojaron mucho al ver que no funcionaba y se lo dijeron a Hactar.

Al ordenador le había conmocionado la idea.

Intentó explicar que había pensado en el asunto del Arma Final llegando a la conclusión de que si no hacía explotar la bomba no era concebible que las consecuencias fuesen peores que si la hacía estallar, y que por tanto se había tomado la libertad de implantar un pequeño defecto en el funcionamiento de la bomba con la esperanza de que todo el mundo reflexionara fríamente y comprendiera que...

Los Monomaníacos Blindados discreparon y pulverizaron el ordenador.

Más tarde lo pensaron mejor y también destruyeron la bomba defectuosa.

A continuación, tras una pausa para aplastar a los Tenaces Garguerreros de Stug y a los Estrangulones Estiletantes de Jajazikstak, siguieron buscando un medio enteramente nuevo para volarse a sí mismos, lo que constituyó un profundo alivio para todas las demás razas de la Galaxia, en especial para los Garguerreros, los Estiletantes y las patatas.

(Douglas Adams, "La vida, el universo y todo lo demás"
III parte de la "Guía para el Autoestopista Galáctico").