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jueves, 25 de octubre de 2007

Adiós, Guido, Adiós.

Amigo, de nombre impronunciable, que esta madrugada te has dejado la vida sobre el asfalto. Hacía tiempo que no sabía de ti, y créeme, que hubiera preferido seguir en mi ignorancia y postergar indefinidamente esta fatídica mañana.

Siempre fuiste el mayor, y por ello, guía y líder de juegos y fantasiosas aventuras en aquellas reuniones donde coincidimos y nos conocimos por arbitrio del destino, pues eran nuestros padres, amigos desde la infancia, quienes las organizaban sin consultarnos.

Tu veteranía te otorgó los galones que yo gustoso heredaba durante tus incomparecencias. Más ya no los quiero. ¡Vuelve y recupéralos! Y de paso, ayúdame a recordar algo más de la época que compartimos, pues mi memoria, inexperta en aquellos años y ya cansada, es incapaz de ir más allá de algunos detalles, lugares y anécdotas, como tu eternas gafas de pasta, el Spaguetti Western, el partido de fútbol sala infantil en el que nos encontramos o las inocentes escaramuzas por los bosques de el Pardo con mi hermano, Danielito, Luisete y compañía.

Es aquí, en la soledad de mi habitación, donde el desconsuelo me embarga y la imperturbable fachada de hombre inalterable e insensible se desmorona como un castillo de naipes al asumir tu ausencia. No se que más decirte mientras me enjugo estas lágrimas que jamás debieron recorrer mis mejillas. No me queda sino compadecer a tus padres, tu hermano, tu hermana, y tus amigos, pues si yo me encuentro derrotado y hundido, no quisiera ni imaginar su estado de ánimo en estos momentos de insufrible dolor.

Seguro que tu padre maldice el día en que decidió comprarte la moto que tanto ansiabas, tanto como yo, impotente, maldigo al destino, cruel y traicionero, por cercenarte la vida de forma tan injusta y repentina, en los albores de esta nueva etapa que tan ilusionado comenzabas tras tu reciente mudanza de hogar y de carrera.

Tocayo de estudios, hermano de universidad, compañero de vivencias. ¿Por qué decidiste coger la moto esa noche?

Brindaré por todos aquellos recuerdos que jamás compartiremos, por todas aquellas experiencias de las que has sido privado, por todas las empresas que nunca podrás llevar a cabo.

Donde quiera que estés, cuídate.

Sinceramente,

Un Amigo.


Descansa En Paz.

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