Puede que ese sea uno de los motivos por lo que no suelo utilizar la palabra, más que por deseo por inhabilidad, porque no me suele salir en el momento que podría usarla porque la asocio a medicinas y al sector farmacéutico. El caso es que no se encuentra dentro de mi vocabulario habitual. Menos mal que tengo sinónimos en la chistera. Que gilipollez más absurda, ¿verdad? Pues idéntico caso me ocurre con malogro, que me suena a troll perverso. Como siga así voy a acabar incapacitado para hablar de ciertos temas por la imposibilidad de expresar los conceptos necesarios. Como si me estuviera autoimponiendo una neolengua creada inconscientemente por mi mismo, o por el lado oscuro de mi mente.
Jaja. Juju. Qué cosas. Tengo un amigo que se se le está pirando la pinza cada vez más lejos, y ya está cansado de ir a recogerla. Y lo peor del asunto es que me está enmarronando a mí, con lo gandul que soy. Que soy más vago que una alfombra con morfina. Que mi novia es la pereza y mi amante la desidia.
Y creo que el motivo puede ser que de pequeño tuve un ojo vago, no me lo traté y se me extendió por todo el cuerpo. Y claro, ahora se me ha necrosado y quizás por eso me den desmayos, síncopes vagales y tenga la tensión por los suelos, con lo tenso que solía ser yo, que a la mínima saltaba. Una vez me di con el techo y todo, reboté y acabé en la ferretería. Como los niveles de hierro en sangre sí que los tenía bien, me largué de allí sin comprar nada, pese a que estuve toqueteando todo el género que pude para escuchar el rítmico tintineo metálico que saca de quicio al ferretero, que siempre anda asomándose furtivamente por las esquinas, costumbre que me pone los pelos como escarpias, el cual es otro de los motivos por el que no compro en la ferretería. Y por el que cuando me dicen que voy hecho un cuadro y que soy un colgado, no me molesta.
Jaja. Juju. Qué cosas. Tengo un amigo que se se le está pirando la pinza cada vez más lejos, y ya está cansado de ir a recogerla. Y lo peor del asunto es que me está enmarronando a mí, con lo gandul que soy. Que soy más vago que una alfombra con morfina. Que mi novia es la pereza y mi amante la desidia.
Y creo que el motivo puede ser que de pequeño tuve un ojo vago, no me lo traté y se me extendió por todo el cuerpo. Y claro, ahora se me ha necrosado y quizás por eso me den desmayos, síncopes vagales y tenga la tensión por los suelos, con lo tenso que solía ser yo, que a la mínima saltaba. Una vez me di con el techo y todo, reboté y acabé en la ferretería. Como los niveles de hierro en sangre sí que los tenía bien, me largué de allí sin comprar nada, pese a que estuve toqueteando todo el género que pude para escuchar el rítmico tintineo metálico que saca de quicio al ferretero, que siempre anda asomándose furtivamente por las esquinas, costumbre que me pone los pelos como escarpias, el cual es otro de los motivos por el que no compro en la ferretería. Y por el que cuando me dicen que voy hecho un cuadro y que soy un colgado, no me molesta.
Háztelo mirar, estás muy mal...
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