Uno de mis sempiternos propósitos de año nuevo es el famoso "no dejar para mañana lo que puedas hacer hoy" o "no dejarlo todo para el final", castigo y maldición de todo vago o procrastinador que se precie. Parece ser que en mi caso se trata de una condena a cadena perpetua y mi pereza será vitalicia, pero aún así me resisto a mi destino y quiero empezar bien el año tratando de hacer algo productivo y que me sirva además para tachar alguna tarea de mi lista de asuntos pendientes, y qué mejor que felicitaros el próximo año 2015 no vaya a ser que por descuido se me pasare o por accidente no pudiere.
Y usando el futuro del subjuntivo ya son dos los propósitos cumplidos y tachados de la lista de este 2014. El truco está en apuntar cerca para no errar el tiro. Si uno se marca metas fáciles de conseguir no se frustará por un posible fallo y obtendrá la satisfacción del éxito de sus empresas, por pequeñas e inútiles que sean. Cuanto más bajo esté el listón más fácil es pasar por encima. En caso contrario siempre se pueden manipular las pruebas o eliminarla cualquier indicio que demuestre un fracaso, mentir, alegar que donde antes se dijo Digo ahora se dice Diego y en futuro podrá decirse Dogo, o agenciarse éxitos pasados ficticios.
Por ejemplo, en 2013 me propuse no escribir ni una sola entrada en el blog y a enero de 2014 puedo dar esta promesa por cumplida, aunque no quede constancia de mi promesa inicial. Dije que empezaría la dieta el lunes, pero dije de que mes ni de que año con lo cual no se puede negar que no haya cumplido dicho propósito. Me prometí echarme novia y cumplí dicha promesa aunque ella no llegó a enterarse jamás de nuestra relación, que fue más platónico-imaginaria que carnal, pero es que uno no puede evitar ser un clásico. Y así, con todo.
Y con una última declaración de intenciones cierro esta entrada cargada de consejos de mierda, un aforismo estéril sobre la inutilidad más recalcitrante: ya que he resucitado el blog, que andaba ya enterrado y en avanzado estado de descomposición, prometo actualizarlo si no todas las semanas, todos los meses*.
*Vamos a bajar el listón. No digo qué meses, podrían ser perfectamente sólo los que tengan menos de 30 días o los que gocen de un viernes 13. Veremos.
Por ejemplo, en 2013 me propuse no escribir ni una sola entrada en el blog y a enero de 2014 puedo dar esta promesa por cumplida, aunque no quede constancia de mi promesa inicial. Dije que empezaría la dieta el lunes, pero dije de que mes ni de que año con lo cual no se puede negar que no haya cumplido dicho propósito. Me prometí echarme novia y cumplí dicha promesa aunque ella no llegó a enterarse jamás de nuestra relación, que fue más platónico-imaginaria que carnal, pero es que uno no puede evitar ser un clásico. Y así, con todo.
Y con una última declaración de intenciones cierro esta entrada cargada de consejos de mierda, un aforismo estéril sobre la inutilidad más recalcitrante: ya que he resucitado el blog, que andaba ya enterrado y en avanzado estado de descomposición, prometo actualizarlo si no todas las semanas, todos los meses*.
*Vamos a bajar el listón. No digo qué meses, podrían ser perfectamente sólo los que tengan menos de 30 días o los que gocen de un viernes 13. Veremos.