- ¿Así que has estado en París?
- Sí. Veo que las 24537467 fotos que he subido al Facebook han servido de algo.
- Pues fíjate que no sabía que te ibas.
- Esa era la idea cuando no te lo dije. Ni a ti ni a nadie. Quería que fuera un golpe de efecto, como cuando muere el Papa o Beckham lanza una falta.
- Y no sé quién me contó que te habías ido en tren.
- En realidad fui en barco de vapor y luego hice transbordo en Zeppelín, pero lo oculto porque no quiero que sepáis que soy un ferviente defensor del estilo de vida steampunk.
- O sea, que fuiste en avión.
- Sí claro. Eso o París vino a mí como la montaña a Mahoma, una de dos. Hay que tener cuidado con esta práctica porque hace unas semanas el emperador japonés no fue al mar y al final el mar fue a él y... bueno, se armó un cisco...
- ¿Pero ya has superado tu miedo a volar?
- Más o menos. En realidad ahora tengo miedo al miedo a volar, que es algo más complicado pero parecido a la doble negación en Inglés y por lo tanto se anulan los efectos. Ahora, que desconcierta un rato. Cuando fui coger un taxi, facturé el equipaje, y cuando iba a bajarme del avión embarqué y al final me hice la picha un lío y casi abro una puerta en pleno viaje cuando intenté ir al baño. Menos mal que los auxiliares de vuelo me hicieron ver que estaba en un error, aunque me costó entender lo que me decían porque al pasaje le dio por gritar al unísono. Todo locos. Pero bueno, luego me reconcilié con ellos y para que vieran que en el fondo soy una persona afable estuve preguntando en alto cada 30 segundos si habíamos llegado ya al destino, para que no albergaran ninguna duda.
- Así que por fin cogiste un avión.
- Qué va, si no me dejaron. Y mira que insistí en pilotar yo, pero ni puto caso me hicieron. Y eso que presioné alegando que me había pasado el Microsoft Flight Simulator 98 en modo experto. Nada, ni aún amenazando con secuestrar el avión a punta de mi dedo. Si es que no me extraña que no me tomaran en serio, no debí dejar que me confiscaran la pistola en el aeropuerto, aunque fuera de pegamento líquido. Tampoco jugó en mi favor que yo fuera disfrazado de torero. Total que me tuve que resignar e ir sentado con el resto del pasaje. Eso sí, me erigí como el alma de la fiesta y animé el cotarro con una pelea de comida gracias a la cual la aerolínea hizo el agosto porque no de no ser así ni dios se hubiera pedido ni un tentempié. Es que no veas que precios, por la nubes. Digo yo que serán así para guardar rigor con la situación del avión.
- ¿Y no te pusiste nervioso?¿No lo pasaste mal?
- Nah, sólo cuando me arrinconaron contra una ventanilla unos escolares que iban de viaje organizado y me molieron a aceitunazos. Gracias a Dios un grupo de japoneses con pinta de hombres de negocios me socorrieron y repelieron el ataque lanzando todo tipo de gadgets electrónicos de penúltima generación y de improperios en su lengua natal. La alianza de civilizaciones, un éxito. Debieron apiadarse de mí porque no paraba de repetir "Shoryuken" y "Hadouken" cuando me defendía de los escolares enardecidos, y seguramente me confundieron con un oriundo de su tierra del sol naciente. Qué majos.
- ¿Y viajaste solo?
- Qué remedio, también me confiscaron el dragón de Komodo en el aeropuerto. Que si "no se permiten animales en la cabina de pasajeros", que si "dios mío me ha escupido a los ojos aaaahg", el caso es joder la marrana al ciudadano de a pie, en mi caso de a pies en polvorosa porque el animalito se puso hecho un basilisco cuando le negaron el paso y yo me escabullí aprovechando la confusión y la granada de humo que acababa se soltar.
- ¿Y por París qué tal?
- Muy bien, pero todo lleno de parisinos. Son como nosotros pero hablan como raro y no entendía una mierda, así que pensando que me estaban tomando el pelo decidí inventarme yo también las palabras. En fin, ya te contaré, porque se me pasó el tiempo volando, como en el avión, y cuando me quise dar cuenta ya estaba de nuevo en mi celda de Madrid. Lo que tiene la INTERPOL, un rigor y una eficiencia que ya quisiera el Equipo A. Ya hablamos en el próximo horario de visitas. Cuídate.
- Sí. Veo que las 24537467 fotos que he subido al Facebook han servido de algo.
- Pues fíjate que no sabía que te ibas.
- Esa era la idea cuando no te lo dije. Ni a ti ni a nadie. Quería que fuera un golpe de efecto, como cuando muere el Papa o Beckham lanza una falta.
- Y no sé quién me contó que te habías ido en tren.
- En realidad fui en barco de vapor y luego hice transbordo en Zeppelín, pero lo oculto porque no quiero que sepáis que soy un ferviente defensor del estilo de vida steampunk.
- O sea, que fuiste en avión.
- Sí claro. Eso o París vino a mí como la montaña a Mahoma, una de dos. Hay que tener cuidado con esta práctica porque hace unas semanas el emperador japonés no fue al mar y al final el mar fue a él y... bueno, se armó un cisco...
- ¿Pero ya has superado tu miedo a volar?
- Más o menos. En realidad ahora tengo miedo al miedo a volar, que es algo más complicado pero parecido a la doble negación en Inglés y por lo tanto se anulan los efectos. Ahora, que desconcierta un rato. Cuando fui coger un taxi, facturé el equipaje, y cuando iba a bajarme del avión embarqué y al final me hice la picha un lío y casi abro una puerta en pleno viaje cuando intenté ir al baño. Menos mal que los auxiliares de vuelo me hicieron ver que estaba en un error, aunque me costó entender lo que me decían porque al pasaje le dio por gritar al unísono. Todo locos. Pero bueno, luego me reconcilié con ellos y para que vieran que en el fondo soy una persona afable estuve preguntando en alto cada 30 segundos si habíamos llegado ya al destino, para que no albergaran ninguna duda.
- Así que por fin cogiste un avión.
- Qué va, si no me dejaron. Y mira que insistí en pilotar yo, pero ni puto caso me hicieron. Y eso que presioné alegando que me había pasado el Microsoft Flight Simulator 98 en modo experto. Nada, ni aún amenazando con secuestrar el avión a punta de mi dedo. Si es que no me extraña que no me tomaran en serio, no debí dejar que me confiscaran la pistola en el aeropuerto, aunque fuera de pegamento líquido. Tampoco jugó en mi favor que yo fuera disfrazado de torero. Total que me tuve que resignar e ir sentado con el resto del pasaje. Eso sí, me erigí como el alma de la fiesta y animé el cotarro con una pelea de comida gracias a la cual la aerolínea hizo el agosto porque no de no ser así ni dios se hubiera pedido ni un tentempié. Es que no veas que precios, por la nubes. Digo yo que serán así para guardar rigor con la situación del avión.
- ¿Y no te pusiste nervioso?¿No lo pasaste mal?
- Nah, sólo cuando me arrinconaron contra una ventanilla unos escolares que iban de viaje organizado y me molieron a aceitunazos. Gracias a Dios un grupo de japoneses con pinta de hombres de negocios me socorrieron y repelieron el ataque lanzando todo tipo de gadgets electrónicos de penúltima generación y de improperios en su lengua natal. La alianza de civilizaciones, un éxito. Debieron apiadarse de mí porque no paraba de repetir "Shoryuken" y "Hadouken" cuando me defendía de los escolares enardecidos, y seguramente me confundieron con un oriundo de su tierra del sol naciente. Qué majos.
- ¿Y viajaste solo?
- Qué remedio, también me confiscaron el dragón de Komodo en el aeropuerto. Que si "no se permiten animales en la cabina de pasajeros", que si "dios mío me ha escupido a los ojos aaaahg", el caso es joder la marrana al ciudadano de a pie, en mi caso de a pies en polvorosa porque el animalito se puso hecho un basilisco cuando le negaron el paso y yo me escabullí aprovechando la confusión y la granada de humo que acababa se soltar.
- ¿Y por París qué tal?
- Muy bien, pero todo lleno de parisinos. Son como nosotros pero hablan como raro y no entendía una mierda, así que pensando que me estaban tomando el pelo decidí inventarme yo también las palabras. En fin, ya te contaré, porque se me pasó el tiempo volando, como en el avión, y cuando me quise dar cuenta ya estaba de nuevo en mi celda de Madrid. Lo que tiene la INTERPOL, un rigor y una eficiencia que ya quisiera el Equipo A. Ya hablamos en el próximo horario de visitas. Cuídate.