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viernes, 24 de diciembre de 2010

Turris Eburnea

Una madrugada de noviembre de regreso a casa después de una dura sesión de autodestrucción mediante alcoholismo socializado con nocturnidad, práctica más habitual de lo deseable y deseado sobre todo por mi organismo, me dio por escribir en el Metro para evitar dormirme y acabar en Sebastopol y el teclado QWERTY de la BlackBerry y mis dedos hicieron el resto.Guardé el texto como una nota de título " :( "debido a que la fuente de inspiración fue un acontecimiento aciago del que tuve noticia de forma azarosa en el transcurso de la noche. Habiéndome olvidado de la creación quizá por amnesia inducida por el pesar del suceso que evoca, ayer en mitad de otra cogorza la encontré también de casualidad en el móvil y a continuación la expongo sin modificar, aún mermado con síntomas claros de la intoxicación etílica de anoche, acompañada de un tema de la banda sonora de Dexter.

"No hay mañana. Falleció al sexto día, jornada de descanso no así la velada. Notose un estremecimiento en la torre de marfil y se desplomó sobre sus cimientos en el segundo en el que exaló su último aliento el inquilino, ajeno a los acontecimientos. Escarban en los restos pero no hay supervivientes bajo el techo convertido en losa. Las ruinas se tornan cementerio y el silencio alquila el solar. Paz en derredor. Aquí descansa un paranoico, que no confió en los sismógrafos y se aventuró en la odisea de la distancia, y y yace aquí por su osadía derrotado por los diez mil hijos de San Luis. Los cuervos rinden plegarias, el viento susurra un réquiem. Cerrado por demolición, reza un ventrículo. Sobre una lágrima germinará su sucesor, fortalecido por la memoria genética."